martes, 17 de marzo de 2009

Test vocacional

La semana pasada fui a ver una dermatóloga. Porque aparentemente me faltaba algo por padecer y las manos se me empezaron a descascarar como pared húmeda. La mina me examina y dice: "¡ay mirá cómo tenes la piel! ¿a qué te dedicás?"

cri, cri...

Yo largué una risita nerviosa pero honesta.
("¿qué tiene que ver eso ahora?. Do we have to have that conversation?? now??")


Ajá. A qué me dedico? La pregunta del millón. Incluso mía.
Cómo le explico a la tipa?
No tenía a mano ninguna de esas respuestas practiquísimas del tipo "soy abogada", "doy clases de matemática", "soy lavacopas en el Bar Central", todas las cuales justificaran el despelote de las palmas de mis manos.

No, no tenía nada concreto y conciso para responderle. Pensé en decirle, muy jocosa: "¿tiene tiempo, doña?". Finalmente no le dije nada. Quizás se percató de mi incomodidad y, para evitarse una respuesta igual de incómoda, no insistió. Siguió revisándome muy segura de su diagnóstico, escribiéndome ordencitas y recetitas.

No me quedé tranquila, seguí con esa cavilación en la cabeza aún cuando me había ido del consultorio: "a ver, maríavictoria, ¿a qué...te...dedicas...?
". Porque sí, yo vivo repitiendo que "soy locutora" pero no podría decir que me dedico a ejercer únicamente esa profesión, de hecho la ejerzo mínimamente, mucho menos de lo que me gustaría. También suelo decir (con el objetivo de disimular el disgusto) que "trabajo de buscar trabajo", - ah, si, ja ja!, qué risa - y que "mi impresora ya imprime mi CV de memoria con foto y todo sin que tenga que abrir el archivo y se lo ordene". Hilarante, sí.

Casualmente, esta cuestión existencial provocada por la doctora, me cayó pocos días después de haber conversado con alguien sobre ese mandato de "la vocación", que se debe tener, en los posible desde chiquito, así cuando uno aterriza en la adolescencia ya sabe de qué va a vivir los restantes 50 años.

La gente siempre espera un clásico, una única respuesta, un contadorarquitecticomédicommoingenieroprofesorpsicólogo. Cualquiera, pero una.

Claro que las personas inquietas, curiosas e hinchapelotas como yo y otros tantos que pululan por el ancho mundo, no podemos dedicarnos a una sola cosa. Porque nos urge
algo en la cabeza. Más que algo: mucho. Yo dedico tiempo a infinidad de cosas por gusto y elección (no que todas sean redituables, no... casi ninguna lo es. Aún.) que no pueden considerarse parte de UNA profesión, pero sí son partes de lo que soy y me definen. Si tuviese que dedicarme a una sola cosa por el resto de mis días me moriría de angustia inmediatamente. Así y todo; aún estando tan segura de esto, me sigue faltando una respuesta a la pregunta maldita, ésa que desenfundan suegros, abuelos y dermatólogas cuando menos te lo esperás.

¿a qué me dedico?

7 comentarios:

  1. Que reflexión tan complicada la que te dejó la visita a la dermatóloga!
    Mira que conozco a muchas personas como tu, curiosamente casi todas mujeres. Eso me parece fascinante, esas ansias por hacer miles de cosas, nunca quedarse quietas, siempre tener curiosidad, de manera que son muy interesantes, personalmente lo veo como una gran virtud.
    Saludos.

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  2. Vaya Vix, que la dermatóloga te debía mirar las manos pero te debió urgar algo por el cerebro y se dejó una puerta abierta.
    La próxima vez ten a mano algo como: "A todo a tiempo parcial y a nada en mis ratos libres" que, dicho de forma rápida les dejará callados varios minutos.
    Eso o decir "Bloguera", que no es poco.

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  3. a- ¿Le preguntó Ud. a la dermatóloga a que se dedica ella? (la pregunta no es tan ridícula como parece). Inmediatamente le contestaría "-Ah, es médica"
    b- No use más detergente ni jabón en polvo sin guantes y se acabó.
    c- Siga en lo suyo y no se haga malasangre que tiene con que. Ya va a llegar...

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  4. Perdón por aterrizar aquí sin que me llamen, vengo rebotado de no sé ya qué página. Leído su escrito mi consejo es que no se preocupe y responda un oficio diferente cada vez que sea preguntada por el particular. Puede ser entrenadora de volleyball un día y al siguiente fotógrafa de platos combinados para cartas de restaurantes. También puede recurrir al clásico saxofonista techno-renacentista. Usted se queda tranquila y el curioso saciado.
    Cuídese mucho, y no se preocupe que ya me vuelvo por donde he venido.

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  5. No tengo que perdonarle nada, Airos. para eso está. Vuelva cuando guste.
    Voy a implementar eso de "saxofonista techno-renacentista". Me mató. Voy a dejar a más de uno pagando.

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  6. Hacé como George Constanza e inventá: podés decir que sos arquitecta.
    Es menos riesgoso que cuando dijo que era biólogo marino y tuvo que salir al rescate de una ballena. Bah, no sé nada de la fauna de Punta Alta pero me re imagino una ballena encallada... tienen playa, ¿no?, porque sino se complica.

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  7. Efectivamente tenemos playa pero no tan austral como para que se nos encallen ballenas. Ni nada.

    De todas formas siempre - SIEMPRE - será más seguro decir "soy secretaria"; como mucho terminaré atendiendo un teléfono o redactando una nota.

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