sábado, 23 de mayo de 2009

La vieja paranoi(c)a

Hoy venía caminando por calle Humberto I° de regreso del parque Sarmiento, muy entretenida, escuchando a Jeff Buckley (mi nuevo fetiche musical) y sacando fotos. Se me ocurrió retratar todos los buzones que dijeran "CARTAS" porque es una costumbre tan abandonada - salvo por los recibos de impuestos y servicios ya casi nadie envía cartas en papel - como encantadora. Así que ahí iba yo, lo más pancha, dele disparar con mi camarita, sumergida en mi microclima cuando por allá escucho alguien hablando. Me di vuelta. La señora me hablaba a mí. Mis auriculares no me permitían entenderle, me los saqué y le pregunté:

- ¿cómo dice, señora?

- ¿QUE QUÉ HACÉS SACANDO FOTOS VOS?

La vieja increpona me tomó por sorpresa, realmente. Jamás imaginé que yo diera el perfil de espía, mis intenciones eran tan inocentes que no me percaté de la imagen que estaba proyectando.

- estoy sacándole fotos a los buzones de las casas, a los detalles de los frentes.
- ¿Y PARA QUE SACAS FOTOS?
- para nada en especial, estoy sacando fotos para mí, si quiere la elimino... le ofrecí en son de paz a la vecina prepotente.


- ¿Y DE DONDE SOS VO'?

- de acá...


Le mostré la pantalla de la cámara para que depusiera su actitud paranoide pero no se convenció mucho. Tampoco accedió a mi ofrecimiento de deshacerme de la foto de su frente, "al fin de cuentas tu buzón roto es el más pedorro de la cuadra, amarga" se me ocurrió decirle.
Pero no le iba a caer en gracia.

La vieja (que seguro es de esas tramposas que se cuelan en colas) torció el labio superior y cruzó la calle, disconforme.

Sí, puedo entender que le pareciera sospechoso pero hay formas y formas de tratar a la gente. Tenía ganas de gritarle en la cara: "yo soy de acá, igual que vos, estúpida, y por suerte uso la cabeza para cuestiones maaasomenos creativas, relajá el nervio que no te estoy relojeando el garage para afanarte". Dudo seriamente que los potenciales chorros anden mostrándose tranquilamente con una Canon en mano, tomando fotos de futuros blancos. La vieja, por si las moscas, directamente no piensa. Sospecha.

Fue tan antipática y abrupta que me quitó las ganas de seguir sacando fotos por un buen rato. Afortunadamente, este gato gris de pelos raros me las devolvió metros más adelante.


Las demás fotos que tomé una vez recuperada la inspiración, estarán en algún álbum picasiano/facebookiano en breve.

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