Día de la mujer, una noche de calores

De calor, dentro del teatro, infernal casi. Dos horas abanicándome sin parar, sin una gota de agua a mano y ubicada allá arriba en el primer pullman del teatro Rossini Paradiso (¿paradoja?). Pero no importaba, porque en el escenario estaba Pedro Aznar, a punto de convidarnos con su calor. El gran Pedro, el que te versiona temas y los deja más bonitos, el que caza cualquier instrumento y lo descose. Y si el instrumento no le alcanza, te hace los solos de guitarra a voz en cuello, y hasta acapella. El que solito, él con el mundo y su música, durante una hora y media, te pasea por un universo particular de melodías, letras, culturas y sensaciones de lo más variadas. Y además, entre medio, toca "una que sepamos todos" y el público se derrumba en aplausos y gritos, antes de participar del esperado corito en "A primera vista" (cómo-amo-esa-canción).


El concierto arrancó quince minutos más tarde de lo anunciado, tranquilito, low profile, cuatro canciones al hilo y ni un hola qué tal (¿o sí? bueno, pero habrá sido muy breve). Hasta que le pasaron el bajo y tocó "Muñequitos de papel" (sí, esa que toca con el destornillador). De ahí en adelante fue todo energía. Rockeó un poco (y se divirtió como chico), nos enamoró otro poco, nos hizo pensar, comprometernos, reir, y como siempre, nos sorprendió. El tipo nunca defrauda, aunque haya que esperarlo unos temas.


En comparación con los quichicientos otros shows de Pedro (buah, habrán sido siete) que presencié, éste fue más corto y menos hablado, encima el sonido no le ayudaba mucho y varios de los comentarios quedaron perdidos detrás del ruido del viejísimo sistema de ventilación (porque, no me jodan, eso no era aire acondicionado, lo hacía circular nomás). 
Pedro vino solo esta vez pero se trajo su acostumbrada humildad, sus guitarras, bajo, teclado, melódica y caja, y su virtuosismo recontra pulido. 


Por ser el Día Internacional de la Mujer, Pedro dedicó el show entero a "todas las mujeres presentes" y se mandó un comentario político que casi me obliga a malhumorarme pero hice oídos sordos y seguí. Pedro para mí, a estas alturas, es como ese novio/marido que vive con vos, lo amás incondicionalmente, con sus pros y sus contras, a pesar de que la pasión que los devoraba (?) se calmó a los tres años de empezada la relación.
Todos nos quedamos con ganas de más pero cuando baja el telón uno se apiola que el show ha terminado posta posta. Se despidió luego de un bis de tres canciones, siempre tan flaco y alto como simpático.


A la salida quise comprar el disco nuevo, "A solas con el mundo", el que vino a presentar y... se había agotado. *Eso no se hace, Peterrrrr. Igual te perdono porque te quiero más que la miércole*. Y afuera, estaba el fresco estival nocturno que tanto precisaba.


Seguidamente, algunas fotos que saqué "desde allá arriba, el infierno dantesco", donde casi muero deshidratada pero desde donde se veía mucho mejor que estando en platea, sospecho.