domingo, 12 de abril de 2015

Watergate

Hoy no debería haber salido de mi casa.
Cuando me asomé a la calle a eso de las cuatro de la tarde supe inmediatamente que mi instinto estaba en lo cierto: mejor me hubiese quedado en casa.

Resulta que, aunque mi fiaca me sugería quedarme en pijama, me cambié igual y salí a la vida exterior. El primer escollo fue la temperatura. Yo iba vestida para 15º de un día nublado y hacían como 26º con sol. Segundo, correr el colectivo porque aunque lo sigas segundo a segundo en la web, no es tiempo real e igual te toma por sorpresa. Odio correr una cuadra entera y transpirarme para subir al colectivo.
Van dos.
El tercero: la feria que fui a visitar no era lo que yo esperaba y terminé haciendo una compra de compromiso. Lo demás ni me interesaba.

Para revertir la mala racha, decidí ir a merendar a un local donde había estado anteriormente, muy pintón, todo blanco y lleno de cupcakes y macarons (se hacen una idea del tipo, ¿no?). Les soporté que el café me lo sirvieran tibio (porque tienen una cafetera hogareña), que la tartita fuera vieja y seca. Me banqué estoicamente que las empleadas escucharan reggeaton y bachata a todo volumen. También que no me dieran la clave del wifi porque "no encontraron el papelito". Les perdoné que no me trajeran un ticket y se los reclamé después de pagar sin saber lo que me estaban cobrando. Lo que no les toleré fue que me cobraran POR UN VASO DE AGUA. 

Es tan ridículo que ya no tiene efecto cuando lo repito. UN-VASO-DE-AGUA. ¿Entienden? Yo pedí mi café, mi tortita y un vaso de agua (porque la clásica soda no me gusta). Como hago en todos los cafés que voy. Vaso. Agua. La piba me trajo una copa de agua, y con el café me trajo un vasito con más agua. 

El café -aguachento y frío- costaba $19. ¿El vaso de agua? $12. Yo no le había pedido ni que fuera agua mineral ni que fuera fría ni nada. Solo un vaso de agua. Nadie en el mundo cobra por eso. Cuando vi la factura con los tres items, me indigné y le reclamé a la moza. Según ella, era lo más lógico del mundo. Como que yo habia pedido un extra. Un vaso de agua, aparte (?). Y me lo tenía que cobrar, claro. 

Me fui sin dejar propina, naturalmente, y bufando de ira. 
El café en cuestión se llama Devoción y queda en Avenida Alem 717, en Bahía Blanca. 
Le mandé mi queja a la dueña, vía mail. Espero que se esmere.

Ahora me doy cuenta de que no es casual que hayan decorado el local y la vajilla con dibujos de Alicia en el país de las maravillas. Todo allí dentro no es lo que aparenta ser y reina el sinsentido.


martes, 31 de marzo de 2015

Callate. ¿Querés? CASHATE

Ya que volví, tengo que retomar un tema recurrente en este blog: quejarme por el pésimo servicio que presta la línea 319 de "El nuevo Villarino". Que sí, es nuevo, en papeles. Y que invirtió en algunos coches 0km que HASTA AIRE ACONDICIONADO tienen. A veces. Algunos. Ahora ya no se precisa pero en enero, ah, querida, qué felicidad incomensurable subirse a uno de esos colectivitos, después de esperar bajo el rayo del sol con 36º y sentir que HABÍA AIRE FRESCO. Un delirio absoluto. Pero, entre las bondades de los nuevos colectivos, también tenemos parlantes potentes, desparramados a lo largo del pasillo. Claro que nadie nos da elección para escuchar lo que querramos. Hay que soportar lo que escucha el chofer, que rara vez se acerca a algo que yo podría tolerar. Por ejemplo, el coso este meloso que hace bachata en falsete (¿son todas en falsete?), tan popular, el... *googlea asqueada*... Romeo Santos. Lo dicho, UN COSO. Días atrás, el chofer iba embelesadísimo con esta bazofia a todo volumen, tanto que mi música, en mis auriculares, a altos decibeles, no era capaz de tapar.

Yo prefería cuando el colectivo tenía un estéreo penoso allá al lado del volante y solo el chofer lograba escuchar algo bajo los rugidos del motor. Así, con cosos bachateándome grasa desde el techo, NO.


lunes, 30 de marzo de 2015

No cambió nada

El domingo terminé de leer Bridget Jones's Diary e inmediatamente tuve una sensación de libertad inmensa, como que tenía infinitas posibilidades para elegir mi próxima lectura y quería leer algo en papel, entre las decenas de libros que tengo en espera en mi TBR section y los miraba y miraba... y quería leerlos todos a la vez. Mirarlos fijo y que su contenido se imprimiera en mi neuronas sin mayor esfuerzo. Quería dominar el método Ilvem de lectura veloz y devorarlos todos en una semana y los miraba y no me decidía. Entonces empecé otro ebook.

Así de incorregible conmigo misma estoy.

ps. hola, volví. gracias por decirme que me extrañaban por acá.