A veces sucede que la vida te ofrece una oportunidad de revancha. ¿A qué me refiero? Pues déjenme que les cuente.
Por esas vueltas de la vida, recientemente me encontré compartiendo una clase de inglés - yo voy a practicar conversación e improve fluency; el resto no sé - con varias mujeres que fueron mis profesoras en el colegio secundario. Al principio me resultó algo incómodo; me sentí apenas inhibida por su presencia y no entendía bien por qué. Yo ya soy una adulta hecha y derecha y lo que ellas potencialmente opinaran de mí me tenía sin cuidado. Hasta que me cayó la ficha.
No tengo buenos recuerdos de ellas como docentes. Habían adoptado una postura autoritaria, mala onda. Las clases con ellas, aunque sus materias eran de mi interés, no eran disfrutables. Está bien, no las culpo por presentarse así, intransigentes y a cara de perro. Mi curso estaba plagado de delicuentes juveniles, vagos de alto calibre que no solo no hacían un corno sino que además molestaban. Tenían que ser así porque si no los pibes se las comían crudas. Pero yo sentía que ese trato era injusto para conmigo, porque era una alumna aplicada e interesada en aprender, más que nada. Me gustaba participar en clase, cumplir con tareas y deberes. Los demás... en fin. Tenían en mente solo fumar porro, tomar cerveza y planear la próxima salida nocturna. Me chocaba tener que bancarme la antipatía, los retos y gritos, los repentinos exámenes castigo y similares tiranías por culpa de los demás.
Adelantemos la película 30 años. Ahora, esas señoras son MIS COMPAÑERAS. Por esas cuestiones del destino, ellas a sus setenta y pico de años, y yo a mitad de mis cuarenta, somos parte del mismo espacio. No ya ejerciendo su rol de autoridad sobre mi rol de sometida académica sino - gracias Introducción a la Antropología I por enseñarme estas cosas - compartiendo el mismo rol en la estructura social de la clase. ¿Y saben qué? Yo tengo mayor dominio de Inglés que ellas. Bastante mayor, ejem. Cuando las escuché por primera vez intentando hilar dos frases en ese idioma, secretamente me sentí reivindicada. Fue una escena que repetí mentalmente en slow motion durante las dos horas de clase. La justicia existe. Por supuesto, están ajenas a este cambio de roles, pues ni recuerdan que yo fui su alumna. Entre tantos que tuvieron...
A diferencia de ellas, no sonrío de satisfacción cual gato de Chesire ante sus fracasos ni me froto las manos como el maquiavélico Mr Grinch porque no aciertan los tiempos verbales. Yo, calladita y afable. Las ayudo cuando puedo. Les tengo paciencia. I am the bigger person. I take the high road. Mi proceso va por dentro.
Quién te iba a decir a ti, ¿eh? Jajaja
ResponderBorrarY así, por la ley de compensaciones que aplica a veces la vida, aquellos amargos ratos de estudiante se irán borrando con la nueva situación. Por cada apuro de ellas al equivocarse con el inglés, se te irá borrando un grito injusto o un examen castigo.
Ahhh, maravilloso karma...
Por algo siempre dicen "be nice... nunca sabrás cuándo te los volverás a encontrar" jajajaj BIEN POR SER THE BIGGER PERSON VIIIIIX. ¿Sabés qué? Me hace pensar si ellas alguna vez eligieron ser maestras de inglés o fue solo la salida que encontraron (y tuvieron que pagar el peso con tus compis fumancheros). Eeeeeen fin, todos tienen sus batallas, y vos estás sumando karma a favor siendo buena con ellas :) ¡Viva eso Viiiix!
ResponderBorrarno, no, ellas eran profes de literatura y geografía. El inglés lo están practicando ahora de grandes, jijiji #instantkarma
Borraraaaaaaaaaaaaaaaaaaah jajajaa igual, bien por vos ;D
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