Ya es hora de que lo admita:

tengo una preocupante tendencia a realizar compras poco felices.

Sí, cosas que no me sirven, me quedan chicas, grandes, me resultan inútiles para lo que yo pensaba, me producen dolor o simplemente las abandono porque me olvido que las compré.

Pongamos por caso, el jogging ese reeee lindo que adquirí hace como 2 años. Presa del furor de la moda de ese modelito de pantalon de gimnasia fui a hacerme de uno propio. Pero como vi que las pibitas lo usaban demasiado ajustadito, chiquito, mostrando sus atributos traseros al agacharse, dije: no, yo no estoy para eso, nada de tiro tan corto, dame un talle más grande, que no me ajuste demasiado ni me haga bolsas acá. Me lo probé, chocha de la vida misma, y me fui. Resultado: me queda espantoso, es incomodo y grande. No lo usé más de 2 veces y siempre enojada por ser conciente de estar vistiendo algo que me quedaba feo e incomodo.

Prácticamente lo mismo me pasó con:
- un par de botas de berretísima calidad, que me compré porque estaban en oferta a $25. Debí suponer que sería tortuoso calzarlas. Los zapatos siempre han sido un foco de "malas compras" en mi vida.
- un marco de lentes de "pasta" (así les dicen, che) muy pero muy de onda que, al igual que los otros que dejé de usar, me causan dolor de cabeza, de cara, de nariz, de todo. No aprendo másss.
- una pollera verde de ¿pana? ¿felpa? (no sé, la tela no es mi fuerte), que usé sólo una vez, en pleno julio, que jugaba al ula ula en mi cadera por efecto de los cancanes y que desde el vamos me quedaba grandecita pero igual compré, entusiasmada, pensando en que "mamá me la arreglaría". Y ahi está, apoliyándose en el ropero desde el año pasado, porque mamá jamás fue ducha para la costura y yo aún no me convenzo.

Podría sumar una sarta de chalinas (qué palabra de vieeeja), aros de formas variadas, alguna cartera (cuando las usaba), discos y todo tipo de alimentos pero claro, con estos últimos es mucho más sencillo: a mamá todo le gusta (menos el olor del chicle de tutti frutti) y se lo devora sin problemas.

Es evidente. Tengo un problema. Pero ya estoy en camino de hallar la solución, duerman sin frazada.