Continuando con el asunto de las imperfecciones, ahora me abocaré a las especificas de la femeneidad. Porque luego de varios años de sufrimiento (sí, sí, es un apostolado, sólo a Nacha Guevara "le gusta ser mujer"!) resulta que una se entera que pegó el tipo mediterráneo. Lo cual no significa que una tiene la piel color olivo y los ojos celestes como el Egeo (ni que una exuda olor a ajo permanentemente). No señor. Significa que una es peluda, como las españolas. Y debe someterse a sesiones de embadurne con cera depilatoria hirviendo sobre nuestra presas cada 20 días.
Otro temita en contra, el cutis. El maquillaje es una condición vital sine qua non, a la cual también una se anduvo resistiendo, por vagancia... e ignorancia, más que nada. Pero siempre hay una primera vez, dicen las abuelas, y por allá como a los 20 se me dio por prestarle atención . Lo primero que saltaba a la vista era una urgencia para cubrir las espantosas ojeras que enmarcan los ojos. Otra herencia no solicitada. Otra característica desfavorable de la cual habrá que ocuparse. Y allí iremos, tras los correctores de ojeras que vienen en 2 o 3 tonos, para hacernos creer que cubren más y mejor. Más delante se desplegaría ante nuestros ojos todo un mundo de colores y formas, envasados en preciosos tarritos transparentes que una compra, no ya con la peregrina esperanza de mejorarse el aspecto, sino en un ataque de regresión a la infancia, cuando una jugaba a disfrazarse y las pinturitas de mamá eran muy atractivas (y prohibidas).
Lamentablemente no heredamos los agraciados genes maternales en la zona frontal. Y nos estuvimos negando al push up durante años. No, no, no. Hasta que un buen día probamos para ver qué onda y: mirá vossss...cómo cambia el panorama. Señorita, deme dos!. Pero claro, andar con esa armadura ajustándote el plexo solar es, a todas luces, una de las cosas más incómodas de la vida femenina. Por lo tanto, lo dejamos para ocasiones puntuales. Y el resto del tiempo? maaa seeeh.
Y como si todo esto fuese poco, la vida nos da la pauta de que nuestro organismo es tan débil que ha desarrollado un exquisito recurso de variados psicosomatismos, que incluyen alternativamente terribles dolores de panza, oportunísima alergia nasal, ocasional insomnio, psoriasis leve, intolerancia a ciertos alimentos, dificultades digestivas, y mejor paro de enumerar porque la sugestión es peligrosa.
Un pinturita de chica, ¿no?
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