jueves, 9 de abril de 2009

jani, aim joum

Que he vuelto de los aires buenos, caramba. Había pocas ganas de regresarse... pero bueh, en fin.

Como yo ni estando de vacaciones descanso de mi obsesión de observar todo lo que tengo a mi alrededor, les comparto algunas apostillas del viaje, que quedará atesorado como uno de los mejores en los anales de mis travesías, si es que la palabra "anales" es políticamente correcta y a nadie más le suena horrenda como a mí.

- Cometí el error pajueranísimo de chocarme accidentalmente una señora por Avenida Santa Fé y pedirle disculpas. Juro que no repito esa estupidez de educada pueblerina nunca más.


- En otro momento iba yo caminando por Corrientes muy entretenida y me detuve a acomodarme algo en la zapatilla que me molestaba, sin poner guiño ni luz de freno y sobre todo sin reparar que detrás de mí venían unos pibes, con quienes choqué en una pose bastante desaconsejada para el lugar. Otra cosa que sabré evitar en tiempos futuros.


- Supe que el "boluddda" es un saludo/apelativo/muletilla de lo más cordial para los porteños. Una se termina por acostumbrar...


- Le mando un saludo al mozo Ricky Ricardo del Café Martínez de por ahí cerca de Tribunales que no me frunció la boca cuando le pedí "aceite común en vez de oliva" a diferencia del mozo amarrrgo de Scuzzi que me manifestó su molestia al responderme "si, ¿desssea algo másss?". No, corazón, nada. Y aprovecho para insultar sin tapujos a la cajera tarada del Aroma de Callao y Corrientes quien supuso que mis manos estaban recubiertas de amianto.

- Descubrí
, no con poca desilusión, que los cafés Starbucks no son para mí. El que me tocó en suerte estaba lleno de moscas y los empleados no limpiaban las mesas, por lo cual me tocó usar la misma mesa que antes usaron Claudia, Pablo y Ester, y esto lo supe gracias a que esta gentil cadena de cafeterías yanqui tiene el novedoso detalle de pedirle a uno el nombre para luego escribirlo en el vaso de papel donde te sirven el medio litro de café (o 300ml como mínimo) más chanchadeces varias que, idealmente, uno deberá ingerir en su totalidad, si es que cuenta con el espacio estomacal y las ganas necesarias. No fue mi caso, desde luego. Yo pedí un té (interminable y caliente como para pelar dos chanchos de un solo saque). Ahí es todo de tamaño XL. El muffin pesaba medio kilo. Los mugs costaban fortunas.

- También descubrí que, y hago un esfuerzo por reivindicarlos, no todos los taxistas de Buenos Aires son insufribles. El que tomé en Retiro me preguntó si me molestaba la música y cuando le pedí que sólo bajara apenas el volumen, la apagó de puro respetuoso que era. Y el que me llevó a Retiro la última noche, a pesar de ir "cantando" un tema de Axel ("yoooo quiero seeeer tuu amoooor por siempreeeee") me vio sonándome la nariz y me comentó:
- lindo resfrío para viajar eh...?
- no...es aledgia nomáz...le mentí.
Él y otro anterior terminaron cobrándome varios pesos de menos porque no tenían cambio para darme el vuelto. Existen los tacheros amables. Doy fe.

- Y last but not least, aprendí que si uno va a presenciar "La venganza será terrible" al Paseo la Plaza, y justo esa noche los planetas se alinean correctamennnnte, y hay viento a favorrrrr, y el chi circula por donde debe, una puede tener el tremendo oj... suerte de ser respetuosamente depositada en la puerta del hotel donde se aloja por el mismísimo Alejandro Dolina en su propio auto. Bueeeeno, pueeeeede que la presencia de cierta persona haya cooperado miiiiiiiinimamente para que este inexplicable suceso haya sucedido... sí, bueeeeno, que el esoterismo no tuvo puta que ver pero... en fin. Que nadie se engrupa acá, eh??

(tarada le decían a la tipa...)

Buenos Aires...volveré y seré cafeses.

PD: próximamente, encontrarán el resto de las fotos del viaje en algún álbum de Picasa.

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