lunes, 12 de octubre de 2009

Lobssster killerrrrrrr, qu'est-ce que c'est papapapapaaa

Aprovechando la oportuna llegada del fin de semana largo, y con él, un día más de descanso (sí, eso hubiese estado bueno pero no descansé un soto), el sábado partí rumbo a Bahia Blanca, de paseo, pi, pi, pi. Ya lo tenía en mente y en agenda desde hacía semanas pero como nunca sé con cuántas energías contaré para tal aventura, hasta último momento no sabía si iría o no. Y la idea de ir al cine fue decisiva. Justo había leído un comentario que recomendaba ver Julie & Julia y sin saberlo abrí el diario y ¡oh, casualidad! ya la estaban dando en los cines de Bahia! (acá todavia deben estar dando Papá por un dia - y no es joda -). Entonces listo, ya no tenía más excusas, me cambié a las apuradas, metí en mi bolso todo lo que supuestamente podría llegar a precisar y me fui.

El día estaba perfecto para andar de paseo, soleado, para nada fresco, de hecho me excedí en la cantidad de abrigo y anduve acarreando ropa en el bolso que me dejó dolorida la espalda.


Bien, afortunadamente llegué enseguida y en principio me di una vueltita por el Encuentro Nacional de Artesanos, mucho puestito, mucha cosa parecida, nada que me atrayera lo suficiente, hasta que me topé con un stand que vendía cosas de alpaca y me llevé este par de aros a muy buen precio.

No alcancé a recorrer toda la feria porque el tiempo no me sobraba, además ya empezaba a acumularse gente y la aglomeracion no me simpatiza. Y no me deja ver con comodidad. Asi que huí de la plaza Rivadavia con velocidad.

El gran problema de ir a Bahía Blanca para alguien como yo, una señorita de ciudad chica y escasa de atracciones, es que, justamente, una sucumbre inicuamente a los placeres consumistas con una facilidad pasmosa. Antes de pisar la plaza ya había pasado por un kiosco de revistas y me había cargado con una suculenta revista Living y un diario, los cuales en mi bolso colgado al hombro pesaban más que la miércole.

Otros de los lugares donde me resulta imposible NO entrar son los locales de Isadora. Diosmio... recuerdo haber entrado hace mucho a comprar sólo tres colitas para el pelo (lo único que podía comprar en ese momento monetario de mi vida). Esta vez ya iba un poco más holgada de presupuesto y ni bien entré le puse el ojo a esta pashmina que sencillamente me encantó, incluso debe haber susurrado mi nombre por lo bajo, porque me la llevé sin pensarlo. Suavecita, hermosa, ¿la necesitaba? ¡en absoluto! pero ¿a quién le importa eso? ¡vamos!

Después hice una parada táctica para recargar energías en un Havanna. Pude sentarme al lado de la vidriera. Medialunas gorditas, té y algunas otras delicatessens para llevarme. Ya empezaba la cuenta regresiva para entrar al cine pero siempre quedan unos minutos, y desde luego, caí en la tentación una vez más, en lo que paso a llamar "la compra inútil de la semana", inaugurando así una serie de posts que, sospecho, se repetirán con bastante frecuencia.

Últimamente he desarrollado un gusto especial por todo lo que sea vistoso, colorido, llamativo. Me pierden los packagings, las bolsas, las etiquetas, al punto de mentirle a las empleadas de los negocios con eso de "es para regalo, por favor". Esta mentirilla hace que me vaya con bolsas más lindas, con envoltorios más prominentes, con etiquetas, tarjetitas, moñitos y cuanta pavada pongan en los negocios para agasajar a los regalados. Total, ¿qué saben ellas si es verdad o no? pssss...

Yo iba a contar sobre la compra inútil de la semana, ¿no? sí. Hace poco descubrí los productos de la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada. Son, como me gusta decir ahora, directamente obscenos. Pegarles una mirada es como tener pornografía frente a los ojos. Y cuando pasé por esa perfumería y vi las cosas de esa marca en la vidriera, no pude creerlo. ¡Agatha en Bahía! ¡fuaaah! Claro que no serían baratos y claro que yo no necesitaba nada de lo que vende la señora Ruiz de la Prada pero nomepudecontener. Y salí del negocio siendo la feliz poseedora de un bálsamo para labios sabor a papaya.

Producto inservible si los había ahí. No importaba. Yo tenía que tener algo de Agatha. Ese envase de metal con colores tan llamativos tenía que ser mío, aunque adentro contuviese una pasta de ajo y aceite de oliva. Al fin de cuentas, cuando pude probarlo, llegué a la conclusión de que no es taaaan inservible, che.

Esa fue la última tentación de Crist...de Vix. Porque de ahí fui sin escalas directo al cine a disfrutar de "Julie & Julia" con toda la expectativa acumulada en varios meses de espera, viendo trailers - estratégicamente bien armados - y sitio web oficial.

La voy a hacer cortita.
La película es extremadamente extensa. Dos horas y chirolas, dura, la muy hijadeperra. ¡¡DOS HORAS!! Es un exceso. La historia no da para tanto. Como leí por ahí en alguna crítica matutina, le sobran como tres recetas. Y yo agrego: le sobran unos cuatro posts de la protagonista, también. Y doce escenas.

La película es de Norah Ephron, la misma de "You've got mail", "Sleepless in Seattle" y "When Harry met Sally" entre otras tantas, lo cual sugería que sería encantadora y debo decir, honestamente, que no lo consigue. Ni siquiera tratándose de la historia real de una chica de 29 años que se transforma en food blogger cuando lo que ansía es ser escritora.

Empezando por el personaje de Julia Child (existió de verdad) que, aún interpretado por Meryl Streep, resulta agotador. Me cansé de oírla hablar con ese falsete durante dos horas. No puedo imaginar cómo su marido, Paul, la soportó tantos años a su lado. Otra cosa: la película es sobre comida. Sobre el disfrute pleno de los platos. Los personajes se pasan tooooda la película haciendo honor a todo eso y por ende, tuve que soportarlos comiendo groseramente, hablando con la boca llena, haciendo ruidos propios del que come, para lo cual apuesto les habían insertado los micrófonos DENTRO de la boca. Eran demasiado fieles los ruidos. ¡Yuck!

A Chriss Messina, el actor que interpreta al marido de Julia Powell (a cargo de Amy Adams que, aunque siempre su cara parece estar al borde de las lágrimas, me cae muy simpática) definitivamente no lo soporto. Es un temita personal de él conmigo (mejor dicho mío con él, nomás). Nada más. No voy a explayarme sobre eso.

La pareja que hacen Streep y Tucci no pega ni con voligoma. No me jodan. Además de que Meryl le lleva más de 10 años al actor, ella jamás podría dar un personaje de 40 años cuando ya anda por los 60 y, por suerte, se le nota.

Me llamó la atención un detalle. En el cine norteamericano, cuando se quiere graficar una vida laboral miserable, al personaje se lo pone a trabajar en un cubículo. No atendiendo un drusgtore o cargando mediasreses en un frigorífico. No. Los yanquis tienen como laburo de loser todo aquello que se haga dentro de un cubículo tapizado con post-it's. Anyway, esto ya es demasiado de mi parte, lo sé. Dije que la iba a hacer corta y no lo cumplí.

No todo me disgustó, no. Me encantó la recreación del Paris de los años '40. La escena donde la Julia de Amy tiene que hervir tres langostas es por demás encantadora de cómica. La música también es agradable. Y el gato naranja de Julia. Si hay un minino, la película suma cuatro puntos, aunque sea de acción o ciencia ficción. ¿Algo más? No recuerdo en este momento...definitivamente su extensión hizo que me olvidara de las cosas que sí me gustaron.

No faltó la vieja que se dejó el celular prendido y a mitad de la película le empezó a sonar. Afortunadamente no había chicos en manada con tarros de pochoclo oloriento y ruidoso.

Una vez terminada la película, me cargué al hombro todas las compras acumuladas durante la tarde y volví, cansada, con menos plata, colectivo mediante, a mi casa, en mi ciudad, huérfana de cines, atracciones consumistas y otras pecaminosidades.

Y se me está terminando el findelargo y la angustia empieza a carcomerme la punta de los dedos mientras termino de escribir esta oración.

Hasta la próxima que, espero, sea sooner than later.

3 comentarios:

  1. jajaja genial tu post, tan lleno de matices! Primero, tu día en Bahía bien podría haber sido mío. Extraño esos viajes relámpagos de un día, con las horas y la guita contada. Y las compras... porque siempre que se viaja hay que traer algo a casa.
    Dos. La película. Acabas de confirmarme que no sirvo para recomendar películas. Y la culpa que me da saber que te di el empujoncito final hacia la taquilla, cuando podrías haber paseado más y comprado aun más.... En fin, por lo menos coincidimos en que a las dos nos diom asco como comen y hablan con la comida en la boca, sobre todo ese Messina que no nos gusta nada.

    Muy buen post! Que sea sooner, eh???
    Besos!

    ResponderBorrar
  2. no se aflija, querida...usté está libre de toda culpa.
    soy yo, que soy demasiado exigente, ja!

    Me alegro que no haya sido yo sola la que sintió asco con esas escenas...

    Mejor que me encerré dos horas en el cine, si no habria seguido gastando plata que ya no tenia. Peligroso!
    besos para vos, vero.

    ResponderBorrar
  3. Con gusto te regalaría unos vasos de Agata Ruiz de la Prada que se venden por aquí a muy buen precio. Lo malo (o lo bueno diría yo) es que primero hay que comerse la crema de cacao que contienen dentro. :P

    Hasta sooner, querida consumidora empedernida!

    ResponderBorrar