sábado, 27 de diciembre de 2008

Los golpes de la vida

Ayer, y en unas pocas horas, me golpée la rodilla derecha con la bandeja del teclado del escritorio, la parte alta del talón izquierdo (o sea el final de la pierna) intentando calzarme un zapato que se había escondido apenas bajo la cama, y por último, el hombro izquierdo con el marco de la puerta cuando evitaba que la gata psicótica se colara en mi habitación. Todo lo cual dolió como la recontraremilquelorecontraparió (pardon my French...)

Y no es que el espíritu cristianonavideño me haya forzado a unirme a una congregación de carmelitas calzadas donde hay que autoflagelarse a la noche por haber deseado un panqueque con dulce de leche.
No.
Debe ser el calor. Mera torpeza quizás. O eso ansío creer porque si no es torpeza, entonces es evidente que estoy desarrollando alguna enfermedad degenerativa, la cual, tarde o temprano, me dejará inconciente si House MD no se digna a retornar a la brevedad para diagnosticarme el Mal de Huntington que vengo temiendo.


Sepan los lectores disculpar si mi desinteligencia física me impide regresar a postear aunque sea un "ouch!". Pero tampoco festejen, que los estoy vigilando.

Cambioyfuera.

2 comentarios:

  1. No, Vix, no. No me preocupa tu torpeza lo más mínimo. Los huntingtonitas carecen totalmente de la ironía que te caracteriza.
    Ha sido una concatenación de males que te ha tocado hoy a tí. Mañana le pueden tocar a Miss Stephenson, en la otra parte del globo.

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